28 May

El señor de las tres edades

Han publicado recientemente en La Charca Literaria uno de mis textos, el siguiente:

El Señor de las Tres Edades

Yo soy el Cronista

El que mama en los pechos de la humanidad
el que todo lo cuenta
y contándolo lo hace digno
de figurar como realidad

el que si no lo cuenta
destierra del mundo lo no contado

El que narra, relata, historia, y si es preciso inventa
lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará

Y a veces lo que pasará sucede antes de lo que ahora pasa,
e incluso antes de lo que ya pasó.

Porque algunas historias fueron escritas en el albor de los tiempos,
en el semen de la voluntad,
en la primera línea de mi conciencia.

Y más os vale fabricar a tientas vuestra verdadera historia,
o sea, la que yo he de contar.

Pues muchos hombres se perdieron
por hacer de su vida
una historia equivocada

Y corréis el riesgo
de perecer extraviados
en la Tierra de los Recuerdos

Los recuerdos pasados y futuros
La siempre goteante leche de los recuerdos
Ésta que yo mamo en los pechos de la humanidad

Yo soy el Cronista
El que mama en los pechos de la humanidad

02 May

El hijo del Rayo

Soy el hijo del rayo
nieto de una centella
alumbrado por una estrella
en la cresta de un soleado mayo

Me han arrancado el corazón
y me he convertido en lengua de fuego

Atizaré con mis ascuas
a todos los cerdos
que pueblan este planeta

Soy el hijo del rayo
nieto de una centella
alumbrado por una estrella
en la cresta de un soleado mayo

Me ha sido otorgado
el don de la palabra hiriente
para grabaros sobre la frente
la cruz de vuestro pecado

Rayos por los infiernos

 

 

24 Abr

El último porqué

Me dicen que si el porqué

Me dicen que si el porqué

me vuelven loco
me vuelvo loco
les vuelvo locos
se vuelven locos

con el maldito porqué,
el porqué de las cosas
¿Por qué, por qué, por qué?

y luego el último porqué
Para encontrar el porqué
del último porqué
estudié filosofía
y me hice entre otras cosas
un profundo escritor
un anónimo boxeador
un solemne inventor
de castillos en el aire
Una vez llegué al borde del mundo
y dejé caer al vacío
el último porqué
Cayó y cayó
y al llegar al fondo
del mundo existente
levantó el polvo
y desde allí me respondió
con acento impenitente
el eco socarrón
de una voz ausente:
“Y… ¿Por qué no?”

22 Abr

El soñador

El Soñador

Llegará el momento y su lugar para la realización de cada sueño. Mas no todos se realizarán.

Unos porque no y otros porque no pueden realizarse. Estos últimos son los sueños de absoluto. Sueños que sólo pueden realizarse si el soñador es Dios, ens omnipotens.

Tormenta, del Álbum AZUL de María del Mar

En los sueños o ensoñaciones irrealizables la impotencia se hace consciente de sí misma y adviene el llanto: dolor y desconsuelo por este desgarramiento entre imaginación y realidad que deja entrever el fondo trágico de la existencia… latido trémulo, pálpito muriente, silencioso centro de gravedad de la vida –o más bien, del viviente que la vive.

No soy Dios, y por eso lo imposible no ocurre –no puede ocurrir.

Me da rabia y lloro. Después tallo mis lágrimas y las engarzo en espejismos que le ofrezcan un triste consuelo estético a la impotencia. El orgullo del vencido, la sangre purificadora de la herida en drama, la sabia tos de la vejez: contando historias al abrazo de la lumbre.

Espejos. La representación de la representación de la representación. El fabulador que fabula es él mismo fabulado y personaje de fábula. Todo espejos.

Contando cuentos, el cuentacuentos se olvida provisionalmente del abismo y llega por instantes pasajeros a la ausencia del vértigo: plenitud preñada de eternidad, bocanada de aliento divino.

La única forma de escurrir el bulto ante el abismo es contar historias, es decir, remedar –y a menudo remediar– al Creador de una forma u otra, en uno u otro lenguaje –porque renegamos de nuestra condición de creaturas, entidades finitas, limitadas y relativas, pero atravesadas por una fisura de absoluto: a fin de cuentas siempre la impotencia.

Si yo fuera Dios, si lo imposible ocurriese, si la realidad no tuviese límites para mis sueños…

Sin embargo, ¿podría entonces controlar mis sueños? ¿Acaso los controlo ahora?

¿Se puede respirar fuera de el aquí y ahora?

Cada vez estoy más convencido: el secreto de la sabiduría humana (no divina) se cifra en aceptar con alegría que no somos Dios: el hecho de no ser Dios, la alegría de vivir, el gozo de la impotencia.

La impotencia bien asumida deviene potencia, –facultad de superación.


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